para madurez se define como el período de la vida en el que el vitalidad y la vejez aún no ha sido alcanzada, según la RAE. Sin embargo, en psicología”Es un término más complejo que involucra diferentes factores de desarrollo como la inteligencia, la capacidad de expresar y reconocer emociones, las relaciones con los demás o el desarrollo del desarrollo de la identidad”, explica la psicóloga Paula Mella Youssef, psicóloga de ifeel.
Realmente, nunca deja de madurar, en un área u otra estamos en constante cambio y desarrollo.»Durante la niñez y la adolescencia (hasta los 20 años aproximadamente), es cuando más cambios se dan a nivel físico y mental», dice la experta agrega. que es en esta etapa, cuando, popularmente, se considera que se alcanza el nivel óptimo de madurez. Aún así, «cada experiencia nos marca de una forma u otra y esto puede afectar los niveles de madurez y nuestra identidad”, recuerda.
Por tanto, hay personas que maduran antes y otras después. Esto se debe a que cada individuo es único y «no existe un término general para la madurez», dice Paula Mella. También depende de la educación, el medio ambiente o incluso la genética. “Depende de la persona, porque puede que algunos nunca lo hagan. Siempre estarán en el momento, sobreviviendo o sin pensar en el mañana, simplemente haciendo las cosas por necesidad o porque les toca”, dice el psicólogo Jaume Guinot de Mundo Psicólogos.
Según la especialista, estos individuos «se niegan a crecer, quieren quedarse en esa época de la adolescencia donde todo lo solucionaban los demás y ellos no tenían que preocuparse por nada. Esas personas no deciden su vida, se dejan llevar». se dejan llevar por él.»Para ellos, el resto de la sociedad no existe porque serán como niños grandes mirando sólo la necesidad de su propio ego».
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Señales de que estás madurando
Almudena Moreno, doctora en Sociología por la Universitat Autònoma de Barcelona y profesora titular de la Universidad de Valladolid (UVa), nos habla de los síntomas que indican que has madurado y sus beneficios:
No te importa la cantidad sino la calidad
En los años de juventud, el deseo de ‘tener’ es casi incontrolable. Sin embargo, con el tiempo, perdemos esa necesidad de acumular y centrarnos más en la calidad de lo que tenemos. Es algo que se refleja no solo en la adquisición de productos, sino también en las relaciones sociales. Pierdes intensidad y frecuencia, pero ganas en calidad y disfrutas de esos momentos, porque realmente son elegidos. Nos volvemos más exigentes y optamos por lo poco y lo bueno.
sabemos lo que queremos
En la madurez, los gustos se afinan y se vuelven más refinados. De hecho, la experiencia adquirida a lo largo de los años influye en nuestros criterios de selección y somos capaces de identificar lo que realmente nos gusta. Busca vivir de acuerdo con su propio sistema de creencias y desarrolla un estilo más personal. Algo que se ve en la mayoría de los aspectos de la vida: las relaciones, la forma de vestir, viajar, etc.
Creemos en nosotros mismos y nos comprometemos
La madurez también se asocia con una mayor autoestima. Disfruta de una mayor confianza en sí mismo y actúa de acuerdo con sus propios valores. Todo ello se refleja en las relaciones personales, familiares y sociales, que se hacen más fuertes y duraderas.
Elige a tus amigos
Las amistades y relaciones se afianzan y fortalecen en esta etapa de la vida. Los grupos de amigos se vuelven más selectivos y se componen de afinidades culturales, motivacionales, intelectuales y familiares, más que por intereses estrictamente festivos, como ocurría años atrás.
Auge de la creatividad y la inspiración
La madurez emocional y mental promueve el desarrollo de habilidades y competencias creativas. Estos suelen estar en pausa por un tiempo, mientras nos esforzamos por integrarnos al mercado laboral, formación de pareja, o grupo de amigos.
Aprovecha los días y disfrútalos
Adquiere también mayor confianza y más capacidad de relación personal y social, independientemente de las exigencias normativas del entorno, lo que contribuye a disfrutar más de nuestro día a día, así como de los momentos y acontecimientos de la vida cotidiana o extraordinaria.
Mayor resiliencia
En los casos en que, debido a factores externos fuera de nuestro control, se producen cambios, también desarrollamos mayores habilidades para afrontar el cambio con más serenidad y resiliencia.
Más fácil de resolver problemas
Durante esta etapa de la vida desarrollamos especialmente la inteligencia emocional, es decir, esa habilidad que favorece el diálogo y las habilidades sociales, sensitivas y cognitivas, que nos ayudan a resolver los problemas cotidianos con mayor templanza y naturalidad.
Pides más en tu tiempo
Como la madurez también llega con la edad, nos hacemos más conscientes de que el tiempo no se acaba. Por ello, tratamos de aprovecharlo al máximo y realizar actividades que nos aporten una mayor satisfacción. Se requiere tiempo de calidad. De ahí que nos volvamos más exigentes con aquellas actividades en las que participamos.
Ustedes se conocen y se sienten bien.
Aunque a la mayoría de la población no le gusta envejecer, a medida que maduramos reconocemos que la mejor versión de nosotros mismos es precisamente la que estamos viviendo en este momento. Nos aceptamos, nos sentimos felices con lo que somos y nos representamos y, si hay algo que no nos gusta, tratamos de cambiarlo.
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